lunes, 12 de noviembre de 2012

Esas comisiones consultoras

Se publicó en el Semanario Guía * 11 de noviembre de 2012

Por Jaime Ramos Méndez

Para apantallar democracia, las autoridades civiles nombran comisiones consultoras que aparentemente abren las puertas a la participación ciudadana; sólo que estas comisiones con meramente consultivas, es decir: aconsejan pero no tienen ninguna facultad ejecutiva. Ésta, se la sigue reservando la elite gubernamental que, se supone, representa a una supuesta mayoría de ciudadanos.

Démosle un solo párrafo a recordar que debido al abstencionismo electoral, primero, y a la repartición de sufragios efectivos entre los candidatos contendientes, quien resulta ganador en puestos de elección popular realmente no representa sino a un grupo muy pequeño y selecto de ciudadanos, por más carismáticos y dotados de liderazgo que sea el ungido como ejecutivo municipal.

Los pueblos más civilizados, que no necesariamente son los más contemporáneos, valoran enormemente el consejo de los viejos. Aquí está nuestro cercano ejemplo de las comunidades purépecha de Michoacán en que todavía podemos apreciar la forma en que el consejo de ancianos del pueblo es la autoridad máxima, incluso sobre los ayuntamientos y las parroquias. No sólo la experiencia de los años sino sobre todo la honorabilidad de toda una vida como Dios manda, confiere a los ancianos de una autoridad moral que escasea casi completamente en la clase política imperante.

Acá hacemos “consejos”, e incluso los dotamos de prestigio invitando a ciudadanos distinguidos, según los criterios de distinción de la propia autoridad. Se hace un espectáculo mediático pagado por los departamentos de comunicación social de las propias instancias gubernamentales para anunciar con pompa y platillo que las comisiones concejales han sido establecidas. Sus integrantes juran servir a los intereses de la comuna con total entrega. Apagados los reflectores se pasa a un silencio sometido a la voluntad de participación efectiva de los integrantes de los consejos en el trabajo duro que implica la responsabilidad, y como son puestos honorarios, sin paga, entonces cada quien se dedica más bien a las chambas que sí les dan para vivir como quieren o como pueden.

La apatía es uno de los principales enemigos de comisiones como la COMUDE del Municipio de Zamora (Comisión de Desarrollo Urbano). Con frecuencia el reto es completar el número de asistentes necesarios para que las reuniones sean formalmente legales. Otro obstáculo lo aportan quienes no contribuyen con el trabajo en que se comprometen en las subcomisiones de la Comisión.

Quienes sí están comprometidos con la causa de la COMUDE navegan contra esta corriente y la de sus propias frustraciones, pero el reto más importante es trabajar a sabiendas que el resultado del esfuerzo bien puede no ser tomado en cuenta en el momento de las decisiones ejecutivas.

La Comisión propone y el Cabildo dispone, y en los intereses enredados entre la Presidencia Municipal y el grupo de regidores se diluye muy fácilmente el interés ciudadano que proponga la COMUDE. Quienes han integrado esa Comisión pueden documentar una larga lista de asuntos en que las propuestas de la Comisión no han sido consideradas. Incluso se puede documentar la lista de asuntos en que las autoridades toman decisiones contrapuestas a lo que viene sugiriendo la COMUDE.

Habrá que preguntarles a los comisionados de la COMUDE si después de todos estos años algo se ha logrado para detener la invasión urbana de las tierras de cultivo, el saneamiento del agua en el valle, la descontaminación visual de la ciudad, el acatamiento de normas que fueron hechas para lograr un mayor bienestar en nuestras ciudades para todos sus habitantes.

Conozco personalmente a buena parte de los integrantes de la COMUDE de Zamora y considero que si permanecen en la Comisión es debido a su convencimiento del valor de la participación ciudadana, aunque ésta no sea tomada en cuenta como debería. Sé que están invirtiendo en esa tarea mucho tiempo y buena parte de su ánimo personal.

Es hora en que los demás ciudadanos debemos abrir los ojos a este esfuerzo de participación y sumarnos. Sin respaldo social las comisiones seguirán descobijadas, pero con fuerza social tendrán el poder que nuestro sistema político no les otorga porque, después de todo, allí están nomás para aconsejar.

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