Por José Luis Seefoó Luján
Profesor-Investigador del Centro de Estudios Rurales
de El Colegio de Michoacán
Las creencias marcan el comportamiento de las personas, orientan
su quehacer. Esto es más importante cuando se trata de individuos cuyas
decisiones afectan a muchas otros o a un pueblo entero. Si, por ejemplo, los
individuos que nos gobiernan creen que da lo mismo abastecerse de frijol y maíz
en un supermercado de marca extranjera que producirlo en las tierras
michoacanas; si, por su conveniencia o porque así valoran las cosas, piensan
que es preferible fraccionar los terrenos y “sembrar cemento” en vez de granos que
alimenten, es posible que pasen a perjudicar a otros.
Este punto es central: ¿la agricultura es una actividad
eminentemente productiva?, ¿es una actividad humana que genera un producto neto y el comercio traslada valores de un espacio a otro o el comercio
es en sí mismo más importante para una región?
Creer que el binomio naturaleza – hombre genera alimentos,
que la industria los transforma y que el comercio los coloca en el lugar de
consumo tiene sus consecuencias.
Nuestros gobernantes desprecian la agricultura y están
convencidos que es mejor comprar arroz norteamericano en Aurrerá o en Soriana.
Y acompañan el abandono al campo con facilidades para que se instalen las
grandes cadenas comerciales y con promocionales para convertir las parcelas en fraccionamientos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario