domingo, 29 de septiembre de 2013

A nosotros tampoco nos gusta - Jaime Ramos Méndez en el Semanario Guía de Zamora, Michoacán

La expresión, que da título a este comentario, fue pronunciada a nombre del Ayuntamiento de Zamora por la señora Rosa Hilda Abascal Rodríguez, alcaldesa de este municipio, después de escuchar los pronunciamientos que sobre el Plan de Desarrollo Urbano vigente expresamos miembros del Consejo Municipal de Desarrollo Urbano (COMUDE), del Consejo Municipal de Ecología y de la organización social Defensa de Zamora Agrícola (DEFENZA), además de otros grupos ecologistas como Tierra Viva y Medio Ambiente Zamorano (MAZ).

Herencia del ayuntamiento presidido por Alfonso Martínez Vázquez, el Plan de Desarrollo Urbano de Zamora ha cambiado el uso de suelo a más de mil hectáreas de gran productividad agrícola en nuestro valle para que, sólo con la expedición de permisos de construcción, se pavimenten con desarrollos habitacionales que no solucionan los verdaderos problemas de vivienda de los pobladores del municipio y sí cancelan la principal fuente de empleos para toda la región.

Lo que está claro y se evidencia cada vez más, es que el Ayuntamiento sólo puede frenar la indiscriminada invasión de la mancha urbana poniéndole candados que beneficiarán a la mayoría de la población en el municipio.

¿Por qué autorizar fraccionamientos que no resuelven el problema real de vivienda?; ¿por qué autorizar desarrollos habitacionales que no garantizan a sus moradores agua?; ¿por qué autorizar la descarga indiscriminada de aguas negras sin las plantas tratadoras correspondientes?; ¿por qué dejar de lado la solución de las vialidades para garantizar accesos adecuados?

Aparentemente es sólo falta de planeación, pero hemos contado con buenos planes que se han quedado solamente en el papel y en la práctica han dominado intereses que navegan en sentido contrario al bienestar generalizado. Lo dije en una de las primeras asambleas de DEFENZA: si la ciudad está creciendo así es porque a alguien le interesa este caos; hay pescadores que amasan su fortuna a costa de revolver los ríos.

Pongamos, por ejemplo, el problema vial en las avenidas 20 de Noviembre y Juárez poniente, rumbo a Ario. Ambas son colonias lineales, consecuencias de invasiones que hoy día se pagan cotidianamente con una serie de incomodidades para sus habitantes y de recursos carísimos para el erario municipal.

Al lado, está la problemática de un auténtico cinturón de miseria que rodea por sus cuatro puntos cardinales a la ciudad. Cartolandias que se suman a las invasiones de rutas federales antes ocupadas por las vías del tren o por canales de riego agrícola. La calidad de vida de sus habitantes es miserable y los problemas sociales que se producen allí son palpables en las esquinas bonitas de la ciudad, con cada vez más tragafuegos y limpiavidrios de coches.

Es un problema social que tiene, en primer lugar, causas económicas, de acuerdo, pero la compañía contratada por el propio Ayuntamiento para proponer un nuevo plan de desarrollo urbano dejó muy claro que sin un ordenamiento de la casa, sus habitantes difícilmente encontrarán viabilidad para mejorar su calidad de vida.

Hacia los últimos años de la década de los años 80 del siglo pasado, se aprobó un Plan Director de Conurbación Zamora-Jacona; desde entonces, y en uno de sus párrafos, se reconoció: “El proceso de densificación, dispersión y crecimiento en Zamora, es el resultado de las actividades económica, principalmente de los sectores agroindustrial, comercial y de servicios, siendo un polo de atracción a nivel regional, que ha presentado tendencias de descontrol en el uso del suelo, generando la especulación inmobiliaria y creando, con ello, problemas en la dotación de los servicios de infraestructura y equipamiento urbano”.

Con base en este atinado diagnóstico, desde entonces se supo que el crecimiento de la conurbación debía orientarse hacia el municipio de Jacona, con más reservas de territorio cerril; pero al paso del tiempo la especulación ha podido más, generando desarrollos habitacionales inadecuados para resolver los auténticos problemas de vivienda, provocando múltiples problemas a la administración municipal que no alcanza a satisfacer sus necesidades de agua limpia, vialidades, procesamiento de basuras y aguas residuales y demás factores que puedan garantizar un mínimo nivel de calidad de vida.

Por estas y muchas cosas más, señora Rosa Hilda, a los zamoranos tampoco nos gusta este plan de desarrollo urbano que tenemos. Y sí: hay que ponerle frenos, candados, incluso, por qué no, ignorándolo, como se ha hecho con tantas otras leyes y reglamentos. Pero que esta vez, por lo menos, que sea para beneficio de todos y no de unos cuantos.

Ver en la publicación original: http://www.semanarioguia.com.mx/articles/2013/09/28/nosotros-tampoco-nos-gusta 

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